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En lugar de eso, se aseguró de vivir mucho tiempo en la infamia. El museo ocupa el castillo renovado donde, en , nació la condesa en el seno de una rica dinastía que controlaba Transilvania, actual región de Rumanía.
Con el tiempo tuvieron cuatro hijos. Le regaló a la condesa unos guantes con garras hechas espinas, con los que golpeaba a sus sirvientes por sus errores. Relacionado: Este "hotel del terror" se inspiró en un asesino en serie estadounidense. Los visitantes pueden recorrer este elevado emplazamiento, desde el que se escucharon escalofriantes sonidos que viajaban ladera abajo a principios del siglo XVII.
Las historias sobre su maldad hacia el personal se extendieron tanto que las familias locales escondían a sus hijas para que no estuvieran a su servicio, dice Tony Thorne, lingüista del King's College de Londres Reino Unido y autor del libro de Countess Dracula: The Life and Times of Elizabeth Bathory.
Lo que finalmente acabó con la condesa viuda fue la extensión de sus abusos a las víctimas de una clase superior, dice Rachael Bledsaw, profesora adjunta del departamento de historia del Highline College del Estado de Washington Estados Unidos. Sin embargo, la condesa nunca fue condenada, y su marido no pudo ser procesado desde su tumba. Este castillo siguió siendo ocupado por la nobleza durante casi un siglo. La leyenda perdurable de la condesa se inspira en gran medida en este sensacional relato.
En la década de se empezó a cuestionar ese relato, dice Thorne. El encarcelamiento de la condesa no sólo ayudó a sus rivales, sino también a sus allegados, afirma Thorne. Dice que cuando el marido de la condesa murió, fue su hijo quien heredó sus dominios y sus deudas. Pero pocas mujeres malvadas muy conocidas. Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.